jueves, 10 de noviembre de 2011

¡Me escupo a mi misma!

Lo que escribo a continuación es un claro ejemplo de lo cruel que podemos llegar a ser con nosotros mismos ¿Te has sentido así? 

“Nadie me quiere porque soy muy estúpida. Ni siquiera yo misma me quiero por eso. Soy una mediocre, una inútil.

Nunca he hecho nada bueno con mi vida… Y jamás seré capaz de lograrlo.

Soy estúpida, gorda, fea, fodonga, machorra, débil, extremadamente aburrida, desagradable y, por incongruente que parezca, también soy bastante egocéntrica.

Por más que lucho por ser una persona productiva, nunca logro nada. Nunca he hecho nada que valga la pena.

Mi familia aborrece completamente mi forma de percibir al mundo. El sentimiento es mutuo. Ningún integrante de mi parentela me entiende: Pero nadie tiene por qué entender a un enfermo ¡Estoy enferma! ¡Me siento tan sola! Yo sé que hay gente dispuesta a escucharme, pero lo que necesito es gente capaz de comprenderme.

¿Por qué hago todo mal? ¿Es acaso imposible que yo alcance la excelencia?

¿Qué sentido tiene luchar si de antemano sabes que serás vencido?

Odio percatarme de que La Tierra está buscando la manera de deshacerse de la gente inútil como yo, y ha averiguado que mi enemigo más fiero soy yo misma. La Tierra quiere que yo haga el trabajo sucio por ella; quiere que acabe con mi propia vida ¿no es demasiado cruel?

¿Sabes lo que se siente irte a dormir pensando, prácticamente todas las noches, en que deberías haberte quitado la vida desde hace mucho tiempo?

A veces creo que mi misión en la vida es reunir el coraje suficiente para suicidarme. Me habré superado el día en que asimile mi grado de ineptitud y, finalmente, me atreva a matarme.

Yo creía que haber nacido con la inherente idea del suicidio era una enfermedad, pero ahora pienso que tal vez esa fue la solución que encontró la Señora Naturaleza para enmendar el error de haberme creado”.

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